Motivo de consulta: Malestar general

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7 de septiembre de 2010

Malditos vecinos ruidosos

Creo que ya se conocían, al menos de vista, desde hace tiempo. Eso sí,  entonces venían por separado.  Ahora que lo pienso con detenimiento… puede ser que hace ya unos meses los viera salir juntos del cine, de aquella peli que he olvidado y que estuve tentado de no tragarme hasta el final porque me pareció un tostón infumable… Sí, creo que sí: era invierno y casi se rozaban las manos, ahora estoy seguro; caminaban muy juntitos por el parque. Fue un error no reparar entonces en aquel detalle. Pero claro, aún no sabia lo que me esperaba…

Él es mi vecino de escalera de toda la vida. Incluso en alguna ocasión hemos echado unas cañas juntos. No compartimos demasiadas cosas a nivel personal, pero he de reconocer que a veces me encandilan su locuacidad y sentido del humor, aderezados con su completa ausencia del ridículo.

Ella ni siquiera me cae bien. No la trago. Pero, por alguna razón, este año hemos coincidido cada dos por tres.

Lo peor llegó hace poco…. Y todo surgió esa tarde, de eso también estoy seguro. Era una de esas cenas que me gusta montar en mi casa (¡seré idiota!) y a las que siempre acudía alguno más de los invitados previstos. Hasta aquí todo normal. Pero en la sobremesa, con la luz baja, la música tranquila…Fue allí, en nuestro salón, cuando por primera vez... se besaron en los labios. Ahí empezó mi pesadilla.

Qué no…si yo me alegro por ellos, ¡qué remedio! Pero ya no sé cómo pedirles que se lo tomen con algo más de calma. Y, si eso no es posible, al menos que sean más silenciosos, que respeten a sus vecinos de escalera… y ¡que me dejen dormir!

¡Menudas orgías se montan… parecen animales! Por supuesto: ni caso a mis toses forzadas, ni a las visitas nocturnas al baño para tirar de la cisterna con el único propósito de que recuerden que hay gente en casa… ni a los ya menos sutiles golpes en la pared que separa su habitación de la mía (¡maldito inventor del pladur!)

No puedo dejar de pensar en aquel momento... Tengo la imagen grabada en mi memoria, como si el resto de recuerdos personales se hubiesen disuelto por arte de insomnio en lo que queda de mi maltrecha cabeza, cada día más tocada por mis ojeras perennes.

Él se acercó, seductor, con dos copas en la mano. Ella cogió la más cargada… y entonces sonó el pistoletazo de salida hacia mi tortura nocturna... Cuando en aquella tranquila sobremesa, en el salón, la Estupidez y el Absurdo se besaron en la boca.

La foto es de flickr

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