Motivo de consulta: Malestar general
18 de marzo de 2011
Una excusa... como otra cualquiera.
Y partiendo de esa base, pero también (o precisamente por ella) de la base del respeto a los católicos "de base" (a los de las “alturas” cada vez los respeto menos), es también manifiesta mi crítica y activa militancia anti-jerarquía católica por incoherencias y aberraciones tales como su postura "oficial" frente a la eutanasia, el aborto, la homosexualidad, los nuevos modelos de familia y, muy especialmente, su posicionamiento ante la prevención de enfermedades de transmisión sexual y el uso de anticonceptivos. En esto último soy un profesional y es mi obligación denunciar cuánto daño está produciendo el todopoderoso lobby vaticano.
Y me siento, al tiempo, también en la necesidad de reconocer públicamente cuánto beneficio aporta la "otra" iglesia. La iglesia "de abajo" (sic): esa iglesia que sigue luchando, con las botas manchadas de barro... por ejemplo en lugares en los que la prevalencia de SIDA alcanza cotas del 40% de la población total, llegando en ocasiones al 55% de la población menor de 35 años.. (el que piense que eso aqui no ocurre se equivoca, valga de muestra este botón: en 2005, por ejemplo, trabajé en el Poblado de Barranquillas en Madrid con un 23% de "residentes/resistentes" en el poblado adictos y coinfectados por VIH y el virus de la Hepatitis C... en bruto, una población de unas 800 personas... y esa realidad ocurría a tan solo 10 km de nuestro kilómetro cero...y de mi experiencia en Prisiones mejor no hablar...)
Es cierto, de la misma manera, que no reniego de la mayoría de valores morales que me inculcaron mis padres a través de "SU" iglesia. Como son verdades, también, mi pasado adolescente como catequista, mi participación activa en aquella época en las eucaristías semanales e incluso mis dudas vocacionales afortunadamente (para mí) resueltas tras mi breve paso por el Seminario de Claretianos de Loja, allá por el 1993.
Desde ese conocimiento quiero hoy opinar. Porque se enriqueció luego con mis experiencias vitales e interminables conversaciones con los Claretianos Antonio Sanjuán y Padre Diego. O con mi trabajo voluntario becado por Medicus Mundi y la Uex , donde pude conocer a, y apre(he)nder de, el Mercedario Padre Carlos, en Yaoundè (Camerún); o con la religiosa Dina Martínez (una auténtica heroína) en Kigali (Rwanda). O por mis colaboraciones con los curas rojos y teólogos de la libera(c)ción repudiados por Rouco Varela: Javi Baeza y Enrique de Castro en Entrevías, Vallekas y la cárcel de Alcalá-Meco, durante la etapa madrileña de mi biografía. Así como el ejemplo de vida de mis Padres, insisto, siempre coherentes con su fe, y en ocasiones inundados por la duda y la incomprensión ante los mensajes jerárquicos, tan irracionales como abyectos. O las vivencias y ejemplo de mis Tías Del Barco: Josefina entregada en cuerpo y alma al cuidado de ancianos imposibilitados, Concha al de deficientes mentales, Mari Carmen a la educación de los más pequeños entre los "olvidados", o Mariate y Encarni a los más marginados de los marginados en las barriadas pacenses de Cuestas de Orinaza primero y Colorines, Gurugú, El Progreso y Suerte Saavedra y Cerro de Reyes, ahora. O Marisa, que se dejó la salud (y casi la vida) en sus taitantos años en la Guinea de Macías, primero, y de Obiang, después; abandonada desde su in-dependencia de la metrópli por éste, nuestro desmemoriado país, a su triste suerte. Como también he mamado esa iglesia de la Cáritas dirigida por mi amigo y maestro José María Vega. O del trabajo con los jóvenes del Movimiento Focolar de mis Tíos Juan y Margarita...
Y de esa iglesia con minúsculas, ésa que no puedo hacer menos que respetar sincera y educadamente, incluso desde las diferencias (muchas, evidentes e irresolubles) de ésa hablo hoy. Ante ésa me descubro.
Es una pena que no pueda explicar ciertas cosas por respeto a sus deseos personales, su compromiso y el miedo a las represalias de sus incoherentes jerarcas de ultramontanas teorías y discursos irresponsables: como es obvio, los calificativos son míos.
Porque me parece justo aceptar sus elecciones personales en el ejercicio de su derecho a la libertad de culto. Pero, por otro lado, tampoco creo que sea necesario cargar las tintas en la diferencia, sino en las coincidencias. Lo importante, hoy, es que ahí siguen. Con dudas en muchas ocasiones. Con el dolor e intranquilidad que ello les supone, ahí siguen...
No por ello defiendo a la iglesia católica como conjunto; más al contrario: es la existencia de estos feligreses y religiosos críticos, de su compromiso y su fuerza, lo que me lleva a mantener mi postura de que no se deben mezclar churras con merinas. Lo que ansío es una sociedad participativa y comprometida desde el laicismo administrativo y estatal, reconocido en nuestra Constitución pero ninguneado en la práctica. Lo que deseo es la victoria e influencia de la ética social, y no de la moral religiosa, pues me siguen chirriando los proyectos de "coopera(c)ción" con tercer y cuarto mundo desde organizaciones confesionales, por su riesgo de "catequización" de la población receptora de los proyectos... una realidad también constatada en otras (menos) ocasiones.
Pero lo cortés no quita lo valiente: desde esa difícil opción personal (por confesional y jerarquizada se les presupone obdientes a la doctrina dictada por Roma con manu militari), menudo currazo que se marcan algunos jugándose incluso (amén de su vida y salud -emocional y física-) la excomunión por olvidar las "misiones evangelizadoras" y dedicarse a las misiones humanitarias. No alcanzo a comprender bien como aguantan... yo no podría, ¡bravo por ellos!(*)
Sea cómo fuere, esa otra "iglesia" (¿con "minúsculas"?), perseguida y vilipendiada por la Iglesia (¿con "mayúsculas?) merece mi aplauso, mi humilde reconocimiento y todo mi ánimo y apoyo. Y todo esto, que considero les debo desde hace mucho, hoy viene al caso por el artículo que enlazo a continuación: una "excusa"… como otra cualquiera...
(*)http://www.publico.es/espana/366708/sacerdotes-disidentes-frente-a-la-nueva-inquisicion
14 de enero de 2011
Dudas razonables
El valor de las palabras...
Doce hombras sin piedad. (1957)
25 de noviembre de 2010
Los prisioneros
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Somos todos prisioneros. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo. Y los niños son los más prisioneros de todos: la sociedad, que prefiere el orden a la justicia, trata a los niños ricos como si fueran dinero, a los niños pobres como si fueran basura, y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor.(*)
Eduardo Galeano
(*) Imagen y textos de: http://www.patriagrande.net/uruguay/eduardo.galeano/index.htm
24 de octubre de 2010
Taim
Tiempo que pasa
¿qué pasa?
Porque el dolor permanece,
"la vida es más compleja
de lo que parece".
El calor se va,
mi frío se queda.
Salgo a por más leña
necesito un sofá con chimenea.
Moraleja:
el tiempo se puede copiar
el arte no.
31 de julio de 2010
Noche de guardia

Vuelve a hacer mucho insomnio esta noche... y he recordado lo que alguien que conozco me escribió una vez sobre una de sus noches de mal dormir. Lo he pensado bastante , y aunque puede que a mi confidente no le guste demasiado, creo que hay cosas que todos deberíamos conocer y pensarlas un rato, así que me decido a dejarlo aquí... hasta que cambie de idea:
Salgo de guardia. Noche dura.
He dormido, pero la conciencia descansa mal cuando asumes responsabilidades difíciles. Mantener a alguien durante más de seis horas de rodillas, esposado de manos, después de inyectarle un cóctel de ansiolíticos y antipsicóticos en contra de su voluntad... No es fácil reconciliarte contigo mismo después de firmar esa orden.
Se duerme… a ratos; de puro agotamiento. Se sufre, todo el tiempo. Tratar a las personas como a perros salvajes es inaceptable (y aquí no cabe el debate ni la duda, trabajo con pacientes humanos, no con animales; aunque ellos hayan cometido en algún momento actos impropios de nuestra especie...).
"Dado el estado del paciente y ante el riesgo de agresión y autolesión, se autoriza la sujeción mecánica del interno “equis”.
Para que sirva y a los efectos oportunos; así lo firmo el día de la fecha a tal hora, en tal Centro Penitenciario.
Fdo: Yo
NºCol: XX/XXXX/XXXXX"
El boli no escuece con la rúbrica. El efecto es posterior y progresivamente más intenso.
No se duda entonces. La imperiosa necesidad de acelerar el desenlace inhumano impide el titubeo: Hacedlo, rápido; y salid de aquí cuanto antes. Dejadle espacio, aire que respirar... Y CALLAD!!!.
Silencio, bestias. Acaso puede el ratón calmarse ante un ejército de gatos hambrientos, que le acorralan enseñando los dientes y las defensas de goma????
CALLAD, DEJÁDLE, SALID DE AQUÍ!!!!!!!!!!!
Humillación gratuita. No cabe justificación, por inteligente que sea. Y de tremendos felinos, permítanme dudar (aunque la duda ofenda), no sueles oír discursos brillantes.
Acelero el paso. Describo la actuación, con detalle y brevedad, en
La mano derecha empieza a pesar. Los dedos casi tiemblan. Las yemas de corazón y pulgar escuecen tanto que decido lavarme las manos. Poncio Pilatos.
De camino al cuarto de guardia evito escuchar los comentarios. Los Funcionarios del Módulo 6 aparecen serios, al fondo de
Ya no son tigres. Se tornaron personas.
Don Manuel, que colocó los grilletes, me busca con la mirada. Mirada cómplice, sí! Sus ojos gritan: "A mí también me escuecen los dedos, Doctor". Y no sé hacerme el sordo ante esos ojos.
Ññññññññññññññññiiiiiik. Tac. Cuando la puerta del Rastrillo 3 termina de abrirse y me permite el paso, vuelve el soniquete: ñññññññññññññiiiiiik. Se cierra a mi espalda con un postrero golpe seco que inunda la estancia y retumbará toda la noche en mi cabeza: TAAAACC!
Al pasar por delante del Funcionario del Control no me detengo.
-¡Eh, Doc!.-me grita- ¿vienes del seis, no?.
Antes de que pueda articular palabra, ni detenerme si quiera, lo suelta: ¿Le has esposado, no?.
-Sí, -contesto lacónicamente.
Y lanza el dardo.
-¿Quién te ha visto y quién te ve, Doctor?-. y añade, sarcástico- Me encanta.
Y vomité la respuesta por acto reflejo, no recuerdo haberla pensado; de hecho, incluso yo quedé sorprendido al escucharme.
-No te equivoques, cabrón. Lo hago por su seguridad y asumo las consecuencias. Yo no soy como tú.
Silencio. Choque de trenes y pupilas enfrentadas, Gesto duro, casi retador.
El tiempo pasa lentamente. El tac de la puerta cerrándose a mi espalda no cesa...machacante banda sonora de la espera.
Módulo 6, Celda 21. Nueva visita.
Han pasado cinco horas y la medicación ha hecho efecto. Los restos de saliva reseca en los labios y mejilla de "equis" hacen de Notario. Intento sin conseguirlo, mostrar respeto y cercanía en mi trato; pero soy severo en el discurso: "¿Cómo estás?". Y el ratón muta a león. No le entiendo, pero lo adivino. "Tranquilo, Tranquilo, Hicham" (o Said... ya no me acuerdo, ¿...o si me acuerdo?). "No es una negociación"-, escupo. Ahora sólo hablo yo: te pincho y en media hora te soltamos. Y no quiero volver a esposarte luego. Ni una bronca, ni un grito. ¿Entendido?" Le alargo un pito: el beso de Judas, pienso. Salgo de la celda lentamente, casi no cabemos nosotros dos y debo aún sortear a tres Funcionarios, el Jefe de Servicio y tres porras de goma. Esquivo un charco junto a la puerta de la celda que huele a pis. ¡Joder! Esposado no llega a la taza.
Taac.
Veinte minutos más tarde me encuentro en el mismo lugar. Alguien ha recogido el pis, el suelo aún está mojado por la fregona mal escurrida. Los Funcionarios, sin previo aviso, le han soltado la mano izquierda para que pueda cenar. Paso el primero y me agacho, me pongo a su altura. Rompo las reglas y me expongo al golpe. Él me mira, interrogante. "¿Todo en orden?", pregunto tranquilo. Sé de sobra que a otro ya le habría agarrado el cuello y mordido una oreja. Aún así, adelanto la rodilla derecha para marcar mi espacio. Sonríe.
Incluso así, vejado, con grapas en la frente, marcas en las muñecas, la camiseta ensangrentada y moratones en la espalda (que no se ven, pero se intuyen) es un morito guapo. Ojos negrísimos, complexión atlética, lampiño, pero con una melena rizada que le confiere dureza.
-Soltadle-. Y me obedecen.
Antes de abandonar el chabolo me da la mano dos veces. Y se atasca al hablar: "Grasias, Médico; yo portarme bien, te lo juro por mis muertos". Y me estrecha la mano como lo hacen los hombres de palabra, con fuerza. Después se golpea suavemente el pecho, sobre el corazón, y baja la mirada. "Uno sigarro, por favó". Le doy dos. Y vuelve a darme la mano...
Ya en
Tac.
Necesité una ducha helada para espabilar la mala noche. Mis oídos ignoraban las noticias que escupía a todo volumen mi radio-despertador, sobre el archivador que hace las veces de mesilla en el dormitorio de guardia. Me visto rápido. Recojo el cuarto en un santiamén y bajo a Jefatura. Me despido, mochila a la espalda, y saludan con aprecio. Me respetan. Son compañeros y así lo sentimos mutuamente. Hasta el punto de buscar la colaboración aún sabiendo que pensamos lo contrario que el otro. Ya camino hacia el patio cuando me dicen: "Doc, gracias". "De nada, para eso estamos", respondo sin girarme.
El arco de seguridad del Control de entrada siempre se vuelve loco cuando paso: píííííííí´-pííiíiííííi...
Salgo al aparcamiento y guardo la mochila en el coche. Respiro hondo el aire helado de la mañana y contengo la respiración.
Vuelvo a entrar.
Cuando llego, la puerta del despacho del Director está entreabierta. Toco suavemente y pido permiso.
- Adelante, siéntate, por favor.
- Buenos días, ...
Y ésa es la opción que defiendo. Y sé que me escucha con atención, y toma nota.
Y deseo, aunque no lo espero, que en la próxima guardia algo cambie, a ser posible, para bien.
TAAAACC.
Ya no me escuece la mano. Ahora me duele la boca.
O puede que no.