- ¿Dónde estabas? ¿Dónde estabas cuándo te llamaba?
La respuesta me hizo despertar, sobresaltado y con el pulso arrítmico, sobre un charco de sudor (h)echo sábanas:
- ¿Y tú? ¿Dónde estabas cuándo yo te (ll)amaba?
Lo peor de las pesadillas es que no las controlo... En su terrorífica libertad creativa, existen incluso versiones distintas de una misma pesadilla, como si fueran "grandes éxitos" del despertar precoz.
Esta pesadilla mía tiene dos versiones: en una soy yo quien pregunta; en la otra... soy yo... ¡el que responde!
El mismo guión, distinto dolor...
El mismo dolor, distinto guión...
Pesa(dilla d)el pasado...
Como siempre: lo importante no es la respuesta; sino la re-Apuesta.
¿Dónde estaba(s) cuándo te (ll)amaba?
(*) Me fuí. Bebe. 2009
Nota para preocupones:
escribí éste texto hace mucho.
Insisto, las post-ales del blog son sólo eso: postales,
Dicen que "la duda ofende"... A mí no. Será que perdí la capacidad de ofender(me) en mi otra vida en la Casa de los Horrores, o en mi etapa aquélla con la cosa de los errores, no lo sé...
Lo que sí sé, maldita sea(s), es que ahora, reflejado en este papel de espejo pixelado, me d(esn)udo delante de todos: Lo que sí sé (a ciencia incierta) es que a mí, lo que me ofende es que la duda... sea tuya. Lo que me cabrea (sin duda) es que la d(e)uda... sea mía.