Como si de un juego se tratara, me con-vierto por su uso (de Suso) en muso.... y me da escalo-caló, porque los escalofríos no me agra(n)dan... y este regalo del Maestro Florián me ha hecho mucho más que feliz... Sus versos compuerta son la puerta hacia unos minutos-siglos de tremenda alegría y no menos agradecimiento. No os miento.
No tengo palabras,
mi Grumete...
me niego a emborronar más
el papel...Definitiva-mente
la tuya... La mía aún
es inicial-mente infantil...
Ojalá llegué el día,
con sus noches y sus sueños
(sin insomnio), en que pueda,
por fin, ser Capitán... (del Barco) y dueño
de mis sueños.
Gracias infinitas: mi Grume(n)te... ¡Oh, grumete, mi grumete! ¡Maestro!
* * *
"Ah, del Barco ¿nadie responde?
¿es que nunca he de encontrar
tras la orilla de esta playa
vertical y azul de mi pantalla,
esa paz, esa verdad, ese sosegar
del alma que tras tu voz se esconde?
Sal a la vida, capitán, dale carne a tu verso,
arroja al mundo lo que tu voz promete,
clava en el pecho del hastío tu estilete
porque hay hambre de ti en el universo.
Ah, del Barco, ah de la palabra, de la franqueza,
ah, de la amistad, de la música, la poesía,
de todos esos secretos de los que eres timonel y guía
a fuerza de ir limando entre las horas tus flaquezas
Sal a cubierta, amigo, y grita a estos zoquetes
que hay en nuestro vivir un designio, un plan,
que aunque yo te gane en edad,
en la búsqueda de la felicidad,
tú serás siempre el capitán
y yo por siempre tu grumete."
- ¿Dónde estabas? ¿Dónde estabas cuándo te llamaba?
La respuesta me hizo despertar, sobresaltado y con el pulso arrítmico, sobre un charco de sudor (h)echo sábanas:
- ¿Y tú? ¿Dónde estabas cuándo yo te (ll)amaba?
Lo peor de las pesadillas es que no las controlo... En su terrorífica libertad creativa, existen incluso versiones distintas de una misma pesadilla, como si fueran "grandes éxitos" del despertar precoz.
Esta pesadilla mía tiene dos versiones: en una soy yo quien pregunta; en la otra... soy yo... ¡el que responde!
El mismo guión, distinto dolor...
El mismo dolor, distinto guión...
Pesa(dilla d)el pasado...
Como siempre: lo importante no es la respuesta; sino la re-Apuesta.
¿Dónde estaba(s) cuándo te (ll)amaba?
(*) Me fuí. Bebe. 2009
Nota para preocupones:
escribí éste texto hace mucho.
Insisto, las post-ales del blog son sólo eso: postales,
Independientemente de mis creencias e individuales (r)evoluciones personales desde mi adolescencia, los que me conocéis bien, bien sabéis (sabéis bien... sabéis también... sabéis tan bien) de mi alejamiento de las incomprensibles (desde la razón y la lógica) posiciones de la cúpula católica. Y, por tanto,conocéis mi alejamiento en el ejercicio práctico, dogmático y confesional hasta casi la apostasía (que aún no he culminado porque incluso eso lo pone difícil la iglesia católica).
Y partiendo de esa base, pero también (o precisamente por ella) de la base del respeto a los católicos "de base" (a los de las “alturas” cada vez los respeto menos), es también manifiesta mi crítica y activa militancia anti-jerarquía católica por incoherencias y aberraciones tales como su postura "oficial" frente a la eutanasia, el aborto, la homosexualidad, los nuevos modelos de familia y, muy especialmente, su posicionamiento ante la prevención de enfermedades de transmisión sexual y el uso de anticonceptivos. En esto último soy un profesional y es mi obligación denunciar cuánto daño está produciendo el todopoderoso lobby vaticano.
Y me siento, al tiempo, también en la necesidad de reconocer públicamente cuánto beneficio aporta la "otra" iglesia. La iglesia "de abajo" (sic): esa iglesia que sigue luchando, con las botas manchadas de barro... por ejemplo en lugares en los que la prevalencia de SIDA alcanza cotas del 40% de la población total, llegando en ocasiones al 55% de la población menor de 35 años.. (el que piense que eso aqui no ocurre se equivoca, valga de muestra este botón: en 2005, por ejemplo, trabajé en el Poblado de Barranquillas en Madrid con un 23% de "residentes/resistentes" en el poblado adictos y coinfectados por VIH y el virus de la Hepatitis C... en bruto, una población de unas 800 personas... y esa realidad ocurría a tan solo 10 km de nuestro kilómetro cero...y de mi experiencia en Prisiones mejor no hablar...)
Es cierto, de la misma manera, que no reniego de la mayoría de valores morales que me inculcaron mis padres a través de "SU" iglesia. Como son verdades, también, mi pasado adolescente como catequista, mi participación activa en aquella época en las eucaristías semanales e incluso mis dudas vocacionales afortunadamente (para mí) resueltas tras mi breve paso por el Seminario de Claretianos de Loja, allá por el 1993.
Desde ese conocimiento quiero hoy opinar. Porque se enriqueció luego con mis experiencias vitales e interminables conversaciones con los Claretianos Antonio Sanjuán y Padre Diego. O con mi trabajo voluntario becado por Medicus Mundi y la Uex , donde pude conocer a, y apre(he)nder de, el Mercedario Padre Carlos, en Yaoundè (Camerún); o con la religiosa Dina Martínez (una auténtica heroína) en Kigali (Rwanda). O por mis colaboraciones con los curas rojos y teólogos de la libera(c)ción repudiados por Rouco Varela: Javi Baeza y Enrique de Castro en Entrevías, Vallekas y la cárcel de Alcalá-Meco, durante la etapa madrileña de mi biografía. Así como el ejemplo de vida de mis Padres, insisto, siempre coherentes con su fe, y en ocasiones inundados por la duda y la incomprensión ante los mensajes jerárquicos, tan irracionales como abyectos. O las vivencias y ejemplo de mis Tías Del Barco: Josefina entregada en cuerpo y alma al cuidado de ancianos imposibilitados, Concha al de deficientes mentales, Mari Carmen a la educación de los más pequeños entre los "olvidados", o Mariate y Encarni a los más marginados de los marginados en las barriadas pacenses de Cuestas de Orinaza primero y Colorines, Gurugú, El Progreso y Suerte Saavedra y Cerro de Reyes, ahora. O Marisa, que se dejó la salud (y casi la vida) en sus taitantos años en la Guinea de Macías, primero, y de Obiang, después; abandonada desde su in-dependencia de la metrópli por éste, nuestro desmemoriado país, a su triste suerte. Como también he mamado esa iglesia de la Cáritas dirigida por mi amigo y maestro José María Vega. O del trabajo con los jóvenes del Movimiento Focolar de mis Tíos Juan y Margarita...
Y de esa iglesia con minúsculas, ésa que no puedo hacer menos que respetar sincera y educadamente, incluso desde las diferencias (muchas, evidentes e irresolubles) de ésa hablo hoy. Ante ésa me descubro.
Es una pena que no pueda explicar ciertas cosas por respeto a sus deseos personales, su compromiso y el miedo a las represalias de sus incoherentes jerarcas de ultramontanas teorías y discursos irresponsables: como es obvio, los calificativos son míos.
Porque me parece justo aceptar sus elecciones personales en el ejercicio de su derecho a la libertad de culto. Pero, por otro lado, tampoco creo que sea necesario cargar las tintas en la diferencia, sino en las coincidencias. Lo importante, hoy, es que ahí siguen. Con dudas en muchas ocasiones. Con el dolor e intranquilidad que ello les supone, ahí siguen...
No por ello defiendo a la iglesia católica como conjunto; más al contrario: es la existencia de estos feligreses y religiosos críticos, de su compromiso y su fuerza, lo que me lleva a mantener mi postura de que no se deben mezclar churras con merinas. Lo que ansío es una sociedad participativa y comprometida desde el laicismo administrativo y estatal, reconocido en nuestra Constitución pero ninguneado en la práctica. Lo que deseo es la victoria e influencia de la ética social, y no de la moral religiosa, pues me siguen chirriando los proyectos de "coopera(c)ción" con tercer y cuarto mundo desde organizaciones confesionales, por su riesgo de "catequización" de la población receptora de los proyectos... una realidad también constatada en otras (menos) ocasiones.
Pero lo cortés no quita lo valiente: desde esa difícil opción personal (por confesional y jerarquizada se les presupone obdientes a la doctrina dictada por Roma con manu militari), menudo currazo que se marcan algunos jugándose incluso (amén de su vida y salud -emocional y física-) la excomunión por olvidar las "misiones evangelizadoras" y dedicarse a las misiones humanitarias. No alcanzo a comprender bien como aguantan... yo no podría, ¡bravo por ellos!(*)
Sea cómo fuere, esa otra "iglesia" (¿con "minúsculas"?), perseguida y vilipendiada por la Iglesia (¿con "mayúsculas?) merece mi aplauso, mi humilde reconocimiento y todo mi ánimo y apoyo. Y todo esto, que considero les debo desde hace mucho, hoy viene al caso por el artículo que enlazo a continuación: una "excusa"… como otra cualquiera...
Muchas cosas en la vida tienden a empezar como terminan… aunque sea ésta una simpleza que acepta tantos matices como grises existen entre el blanco y el negro.
En la mayoría de las ocasiones, incluso nosotros mismos cerramos el círculo… Y es que, demasiadas veces, no miramos el final. O, al menos, no el nuestro…. Suele dar miedo, porque culturalmente la sociedad occidental no acepta la muerte como parte de la vida.
Sirva éste corto de Roger Villaroya como homenaje a tantos maestros y cuidadores, a tanta familia, a tantos niños (que fuimos todos) porque un día, uno de estos días… saldremos de las faldas de mamá… y empezaremos el cole de la "otra vida".
Empezaremos el cole… y cerraremos la vida, en Capicúa.
(*) Capicúa es un corto documental del joven Director catalán Roger Villarroya y que ha sido galardonado con el premio al Mejor Corto en el último Notodofilmfest. Más info en: http://www.notodofilmfest.com/
En realidad, esta siendo un mes estupendo. No hay más que ver las ultimas post-ales que voy escribiendo para darse cuenta...
Y ahora, la guinda: me acaban de enviar un mensaje del SES y mañana mismo empiezo la rehabilitación. Que han tardao, decían, muy educados, porque necesitaban a un tobillolólogo especializado en cojeras por resbalones de pena... y tal.
A ver qué me cuenta... qué opina él, como experto, de este problemilla mío consistente en no saber andar por la vida sin muletas, porque se me cae el alma a los pies.
Están siendo, desde luego, unas vacaciones distintas... y como mi padre pensaba que por la Inseguridad Social iban a tardar más, terminó por convencerme. El sábado pasado me fui por mi cuenta a un rehabilitador privado. Nunca me han gustado los que se llenan de fama y gloria y se olvidan de que la salud es un derecho, y está feo comerciar con ella... Pero claro, si hablamos de que estoy cojo, con pata de palo... y parche en el ojo... pues uno se traga sus principios, y los convierte en finales...
Me pusieron ambulancia privada y todo. El ambulanciero era un señor que ya peina canas, más bien callado, pero muy atento ¡Y con una cara de buen hombre que me hizo imposible sugerirle que dejara el tom-tom tranquilo (que no paraba de hablar) y cambiara el carrusel por algo de radio en condiciones! Jesús, creo que se llama.Cuando llegamos a la puerta del Hospi, tras observarle desde mi asiento, en la parte de atrás de la ambulancia, ya sabía yo que a ese señor, a su edad, le debía gustar mucho su trabajo como para pegarse ese viajecito un sábado por la tarde, ¡a la hora de la siesta! Y entonces me dijo que estaba jubilao, y que ciertos servicios los hacía como voluntario. ¡Qué tipo!
Me dieron cama en el Hospital de la Santa Luna , uno de estos grandes de la mutua ésa... cómo se llama... ¡ah!, sí : Del Barco, Seguros de tu Salud. En Admisión nos recibió una mujer de cara amable, risueña. Y con manos de currante, no se lleven a engaño. Paulina, Jefa de Admisión, Hospital Luna, Grupo Del Barco: así rezaba su tarjetita con imperdible en el bolsillo del traje de chaqueta, elegante. No la necesitaba, en estos sitios sólo tienes que mirar a los ojos para saber quién lo tiene todo controlado. Y así fue, el Hospital resultó de lo más confortable y Paulina tenía preparada la habitación e incluso la cena, para dos. Me hice colega de Antonio, el enfermero de turno. El Antonio... También con canas, también algo callado... pero que cuando abría la boca era para decir cosas tan ciertas y, a la vez, tan complejas... que siempre acababa haciendo un chiste. Me estaba acomodando y poniendo el gorrito ése que siempre te ponen para este tipo de intervenciones y que ahora se ha puesto tan de moda. Antes de que el celador viniese a por mí, aún hubo tiempo para la breve visita de mis primos (Pauli y Efren) con su hija Paulina (anda, no había caído... como la de Admisión) que me hizo mucha ilusión. Siempre es agradable una visita de la familia cuando estás chungo (¿esto yo ya lo he escrito antes?). Pasé a planta en silla de ruedas para evitar las colas, el cansancio de las muletas y el bullicio de la sala de espera. ¡Y tenían un asiento de la consulta reservado a mi medida! Y un auxiliar de enfermería de lo mas servicial, que nos traía las medicinas a la cabecera de la cama, ¡sólo había que levantar un dedo!
Puffffffffff.... qué maravilla de noche en el Hospital-auditorio. El médico era un flaco cascarrabias, afónico y con pinta un tanto chunga... pero recetaba... ¡cómo recetaba!... qué claridad de ortografía... ¡le entendía todas las letras! Cojo-nudo, sí señores.
Para que conste: David no fuma, solo es para el posado
Pero lo mejor de la consulta (a tanto por cita, que la buena letra se paga aparte por muy rojeras que se crea el Doctor en cuestión) fue que me acompañó mi Gemelo. Estuvo toda la consulta pendiente de mí, disfrutando al ver que la rehabilitación me sentaba tan bien...
¡Y yo disfruté viéndolo a él disfrutar!
El David, mi Primo Gemelo, es la caña... aunque no tan diferente.
Se lo tomó tan en serio, que se había aprendido todas las medicinas del vademécum de la consulta... ¡de memoria! Incluso de fármacos que ya casi están retirados del mercado... ¡Qué memorión! Y es que el David es mucho David.
Eso sí, acabé la consulta agotado por tantas emociones y de tanta intensidad. Nunca antes me había sentido así en un Hospital... Pero dormí como un bebé... la medicinas, las atenciones y, sobre todo, David,lo hicieron posible... Y mi insomnio se evaporó aquella noche...
De la cojera... seguimos igual.
*
No era un pueblo con mar, tenia río (bastante sucio, además). Pero sí fue una noche... después de un concierto-consulta. Otra vez fue once-ese, literalmente. Y éste, lo juro, ¡tampoco se me va a olvidar nunca!
(*)La calidad del vídeo es pésima, que está hecho con el móvil…
pero es lo que hay; el David se acordó de mi Hermano Javi,
y le dedicó la parrafada,
tened paciencia y aguantad hasta el minuto y tres segundos:
Conocer a una persona no es (sólo) entender lo que dice cuando habla, ni consiste (solamente) en saber interpretar sus silencios...
Entender, interpretar: acciones subjetivas… Conocimiento: hecho objetivo.
Algo se conoce, o no se conoce. A alguien se le conoce, o no se le conoce.
Entender que conoces a alguien o interpretar que le conoces es, básicamente, un ejercicio de subjetividad… Y creo que todo el mundo entiende, sin necesidad de interpretar nada, que la subjetividad depende más de uno mismo que de las palabras o silencios del otro.
Y en eso consiste la confianza… en arriesgarse a conocer, aunque a veces no se entiendan, ni se sepan interpretar, los silencios del otro.
Para todo lo demás… para entender, para interpretar, incluso para conocer(se): lo mejor es hablar(lo).
Confiar en una persona, para mí, es entender sin hablar(lo) que, a veces, uno no sabe interpretar el silencio del otro… Pero, si se le pregunta sobre ello, el otro hará el esfuerzo de hablarlo, se tragará su(s) silencio(s) y pondrá todo su empeño en hacerse entender… Para evitar (en lo posible) las malas interpretaciones.
Conocer a una persona es saber si se puede hablar de todo con ella, sin que haya que entender nada más… sin la necesidad de estar, todo el rato, interpretando.
Confiar en una persona puede que consista en no necesitar entender siempre las palabras del otro… ni creo que conlleve, impepinablemente, saber interpretar siempre sus silencios.
No (siempre) me hace falta entender las palabras del otro. No (siempre) necesito saber interpretar los silencios del otro. Sin embargo, con frecuencia, necesitamos confiar en el otro.
Subjetividad e interpretación se suelen conocer demasiado bien, aunque a veces no se entienda(n)… ni se hable de ello. Todos conocemos el silencio. Y no todos confiamos en él…
El silencio: cuando no se habla, cuando no se entiende, cuando todo se interpreta… Ese silencio duele y… en ocasiones, mata.
El silencio esta ahí, os lo aseguro, justo donde dicen los libros (de anatomía). Lo sé, porque me ha dolido. Lo sé... porque me ha matado (¡dos veces!)
Creo que ya se conocían, al menos de vista, desde hace tiempo. Eso sí, entonces venían por separado. Ahora que lo pienso con detenimiento… puede ser que hace ya unos meses los viera salir juntos del cine, de aquella peli que he olvidado y que estuve tentado de no tragarme hasta el final porque me pareció un tostón infumable… Sí, creo que sí: era invierno y casi se rozaban las manos, ahora estoy seguro; caminaban muy juntitos por el parque. Fue un error no reparar entonces en aquel detalle. Pero claro, aún no sabia lo que me esperaba…
Él es mi vecino de escalera de toda la vida. Incluso en alguna ocasión hemos echado unas cañas juntos. No compartimos demasiadas cosas a nivel personal, pero he de reconocer que a veces me encandilan su locuacidad y sentido del humor, aderezados con su completa ausencia del ridículo.
Ella ni siquiera me cae bien. No la trago. Pero, por alguna razón, este año hemos coincidido cada dos por tres.
Lo peor llegó hace poco…. Y todo surgió esa tarde, de eso también estoy seguro. Era una de esas cenas que me gusta montar en mi casa (¡seré idiota!) y a las que siempre acudía alguno más de los invitados previstos. Hasta aquí todo normal. Pero en la sobremesa, con la luz baja, la música tranquila…Fue allí, en nuestro salón, cuando por primera vez... se besaron en los labios. Ahí empezó mi pesadilla.
Qué no…si yo me alegro por ellos, ¡qué remedio! Pero ya no sé cómo pedirles que se lo tomen con algo más de calma. Y, si eso no es posible, al menos que sean más silenciosos, que respeten a sus vecinos de escalera… y ¡que me dejen dormir!
¡Menudas orgías se montan… parecen animales! Por supuesto: ni caso a mis toses forzadas, ni a las visitas nocturnas al baño para tirar de la cisterna con el único propósito de que recuerden que hay gente en casa… ni a los ya menos sutiles golpes en la pared que separa su habitación de la mía (¡maldito inventor del pladur!)
No puedo dejar de pensar en aquel momento... Tengo la imagen grabada en mi memoria, como si el resto de recuerdos personales se hubiesen disuelto por arte de insomnio en lo que queda de mi maltrecha cabeza, cada día más tocada por mis ojeras perennes.
Él se acercó, seductor, con dos copas en la mano. Ella cogió la más cargada… y entonces sonó el pistoletazo de salida hacia mi tortura nocturna... Cuando en aquella tranquila sobremesa, en el salón, la Estupidez y el Absurdo se besaron en la boca.
Dentro de poco,en apenas unos días, me caerán 32 tacos.
En fin, que ya voy teniendo una edad, que mis padres desearían que sentara la cabeza... y a mi cabeza le encanta estar en cualquier otra posición, que manía... y creo que es algo que no depende de las primaveras vividas... pero éste no es el tema.
El 15 de agosto de 1978 pasarían muchas cosas, está claro. Pero hubo algo muy muy especial. Ocurrió en Sevilla, la Luna se alió con un velero y, casi por sorpresa, vieron la luz los ojos rasgados de David Luna del Barco.
Vuelve a hacer mucho insomnio esta noche... y he recordado lo que alguien que conozco me escribió una vez sobre una de sus noches de mal dormir. Lo he pensado bastante , y aunque puede que a mi confidente no le guste demasiado, creo que hay cosas que todos deberíamos conocer y pensarlas un rato, así que me decido a dejarlo aquí... hasta que cambie de idea:
Salgo de guardia. Noche dura.
He dormido, pero la conciencia descansa mal cuando asumes responsabilidades difíciles. Mantener a alguien durante más de seis horas de rodillas, esposado de manos, después de inyectarle un cóctel de ansiolíticos y antipsicóticos en contra de su voluntad... No es fácil reconciliarte contigo mismo después de firmar esa orden.
Se duerme… a ratos; de puro agotamiento. Se sufre, todo el tiempo. Tratar a las personas como a perros salvajes es inaceptable (y aquí no cabe el debate ni la duda, trabajo con pacientes humanos, no con animales; aunque ellos hayan cometido en algún momento actos impropios de nuestra especie...).
"Dado el estado del paciente y ante el riesgo de agresión y autolesión, se autoriza la sujeción mecánica del interno“equis”.
Para que sirva y a los efectos oportunos; así lo firmo el día de la fecha a tal hora, en tal Centro Penitenciario.
Fdo: Yo
NºCol: XX/XXXX/XXXXX"
El boli no escuece con la rúbrica. El efecto es posterior y progresivamente más intenso.
No se duda entonces. La imperiosa necesidad de acelerar el desenlace inhumano impide el titubeo: Hacedlo, rápido; y salid de aquí cuanto antes. Dejadleespacio, aire que respirar... Y CALLAD!!!.
Silencio, bestias. Acaso puede el ratón calmarse ante un ejército de gatos hambrientos, que le acorralan enseñando los dientes y las defensas de goma????
CALLAD, DEJÁDLE, SALID DE AQUÍ!!!!!!!!!!!
Humillación gratuita. No cabe justificación, por inteligente que sea. Y de tremendos felinos, permítanme dudar (aunque la duda ofenda), no sueles oír discursos brillantes.
Acelero el paso. Describo la actuación, con detalle y brevedad, en la Historia Clínica del paciente.
La mano derecha empieza a pesar. Los dedos casi tiemblan. Las yemas de corazón y pulgar escuecen tanto que decido lavarme las manos. PoncioPilatos.
De camino al cuarto de guardia evito escuchar los comentarios. Los Funcionarios del Módulo 6 aparecen serios, al fondo de la Galería 1, detrás de la puerta mecánica que separa la Clínica de los Módulos; que separa mi mundo del suyo.
Ya no son tigres. Se tornaron personas.
Don Manuel, que colocó los grilletes, me busca con la mirada. Mirada cómplice, sí! Sus ojos gritan: "A mí también me escuecen los dedos, Doctor". Y no sé hacerme el sordo ante esos ojos.
Ññññññññññññññññiiiiiik. Tac. Cuando la puerta del Rastrillo 3 termina de abrirse y me permite el paso, vuelve el soniquete: ñññññññññññññiiiiiik. Se cierra a mi espalda con un postrero golpe seco que inunda la estancia y retumbará toda la noche en mi cabeza: TAAAACC!
Al pasar por delante del Funcionario del Control no me detengo.
-¡Eh, Doc!.-me grita- ¿vienes del seis, no?.
Antes de que pueda articular palabra, ni detenerme si quiera, lo suelta: ¿Le has esposado, no?.
-Sí, -contesto lacónicamente.
Y lanza el dardo.
-¿Quién te ha visto y quién te ve, Doctor?-. y añade, sarcástico- Me encanta.
Y vomité la respuesta por acto reflejo, no recuerdo haberla pensado; de hecho, incluso yo quedé sorprendido al escucharme.
-No te equivoques, cabrón. Lo hago por su seguridad y asumo las consecuencias. Yo no soy como tú.
Silencio. Choque de trenes y pupilas enfrentadas, Gesto duro, casi retador.
El tiempo pasa lentamente. El tac de la puerta cerrándose a mi espalda no cesa...machacante banda sonora de la espera.
Módulo 6, Celda 21. Nueva visita.
Han pasado cinco horas y la medicación ha hecho efecto. Los restos de saliva reseca en los labios y mejilla de "equis" hacen de Notario. Intento sin conseguirlo, mostrar respeto y cercanía en mi trato; pero soy severo en el discurso: "¿Cómo estás?". Y el ratón muta a león. No le entiendo, pero lo adivino. "Tranquilo, Tranquilo, Hicham" (o Said... ya no me acuerdo, ¿...o si me acuerdo?). "No es una negociación"-, escupo. Ahora sólo hablo yo: te pincho y en media hora te soltamos. Y no quiero volver a esposarte luego. Ni una bronca, ni un grito. ¿Entendido?" Le alargo un pito: el beso de Judas, pienso. Salgo de la celda lentamente, casi no cabemos nosotros dos y debo aún sortear a tres Funcionarios, el Jefe de Servicio y tres porras de goma. Esquivo un charco junto a la puerta de la celda que huele a pis. ¡Joder! Esposado no llega a la taza.
Taac.
Veinte minutos más tarde me encuentro en el mismo lugar. Alguien ha recogido el pis, el suelo aún está mojado por la fregona mal escurrida. Los Funcionarios, sin previo aviso, le han soltado la mano izquierda para que pueda cenar. Paso el primero y me agacho, me pongo a su altura. Rompo las reglas y me expongo al golpe. Él me mira, interrogante. "¿Todo en orden?", pregunto tranquilo. Sé de sobra que a otro ya le habría agarrado el cuello y mordido una oreja. Aún así, adelanto la rodilla derecha para marcar mi espacio. Sonríe.
Incluso así, vejado, con grapas en la frente, marcas en las muñecas, la camiseta ensangrentada y moratones en la espalda (que no se ven, pero se intuyen) es un morito guapo. Ojos negrísimos, complexión atlética, lampiño, pero con una melena rizada que le confiere dureza.
-Soltadle-. Y me obedecen.
Antes de abandonar el chabolo me da la mano dos veces. Y se atasca al hablar: "Grasias, Médico; yo portarme bien, te lo juro por mis muertos". Y me estrecha la mano como lo hacen los hombres de palabra, con fuerza. Después se golpea suavemente el pecho, sobre el corazón, y baja la mirada. "Uno sigarro, por favó". Le doy dos. Y vuelve a darme la mano...
Ya en la Consulta, nuevamente escribo lo ocurrido. Y después, firmo el parte que autoriza la retirada de sujeción mecánica.
Tac.
Necesité una ducha helada para espabilar la mala noche. Mis oídos ignoraban las noticias que escupía a todo volumen mi radio-despertador, sobre el archivador que hace las veces de mesilla en el dormitorio de guardia. Me visto rápido. Recojo el cuarto en un santiamén y bajo a Jefatura. Me despido, mochila a la espalda, y saludan con aprecio. Me respetan. Son compañeros y así lo sentimos mutuamente. Hasta el punto de buscar la colaboración aún sabiendo que pensamos lo contrario que el otro. Ya camino hacia el patio cuando me dicen: "Doc, gracias". "De nada, para eso estamos", respondo sin girarme.
El arco de seguridad del Control de entrada siempre se vuelve loco cuando paso: píííííííí´-pííiíiííííi...
Salgo al aparcamiento y guardo la mochila en el coche. Respiro hondo el aire helado de la mañana y contengo la respiración.
Vuelvo a entrar.
Cuando llego, la puerta del despacho del Director está entreabierta. Toco suavemente y pido permiso.
- Adelante, siéntate, por favor.
- Buenos días, ...
Y ésa es la opción que defiendo. Y sé que me escucha con atención, y toma nota.
Y deseo, aunque no lo espero, que en la próxima guardia algo cambie, a ser posible, para bien.
TAAAACC.
Ya no me escuece la mano. Ahora me duele la boca.
Por cierto, si mi "confidente" lo autoriza, algún día os contaré si la conversación tuvo algún fruto... puede que entonces podamos dormir mejor.
O puede que no.
Mi Hermana, que bombardea con frecuencia mi correo con forwards a los que, lo confieso, no siempre hago caso, hoy me ha sorprendido con este vídeo...
Se me ocurren mil cosas que decir, pero creo que sobran las palabras.
No he podido evitarlo (tampoco lo he intentado, la verdad) y se me han escapado unas cuantas lágrimas calmadas, de ésas que te recorren la cara hasta caer al vacío... y consiguen recordarnos que a veces, lo más sencillo es taaan difícil...