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24 de junio de 2011

Oh, Grumete! Mi grumete!!!

    Como si de un juego se tratara, me con-vierto por su uso (de Suso) en muso.... y me da escalo-caló, porque los escalofríos no me agra(n)dan... y este regalo del Maestro Florián me ha hecho mucho más que feliz... Sus versos compuerta son la puerta hacia unos minutos-siglos de tremenda alegría y no menos agradecimiento. No os miento.

No tengo palabras,
mi Grumete...
me niego a emborronar más
el papel...Definitiva-mente
la tuya... La mía aún
es inicial-mente infantil...
Ojalá llegué el día,
con sus noches y sus sueños
(sin insomnio), en que pueda,
por fin, ser Capitán... (del Barco) y dueño
                                    de mis sueños.

Gracias infinitas: mi Grume(n)te... ¡Oh, grumete, mi grumete! ¡Maestro!
  
*  *  *

"Ah, del Barco ¿nadie responde?
¿es que nunca he de encontrar
tras la orilla de esta playa
vertical y azul de mi pantalla,
esa paz, esa verdad, ese sosegar
del alma que tras tu voz se esconde?

Sal a la vida, capitán, dale carne a tu verso,
arroja al mundo lo que tu voz promete,
clava en el pecho del hastío tu estilete
porque hay hambre de ti en el universo.

Ah, del Barco, ah de la palabra, de la franqueza,
ah, de la amistad, de la música, la poesía,
de todos esos secretos de los que eres timonel y guía
a fuerza de ir limando entre las horas tus flaquezas

Sal a cubierta, amigo, y grita a estos zoquetes

que hay en nuestro vivir un designio, un plan,
que aunque yo te gane en edad,
en la búsqueda de la felicidad,
tú serás siempre el capitán
y yo por siempre tu grumete."

Por mi amigo y grumete  Florián Recio

6 de marzo de 2011

¡Ay, Federico!*

No, no y no.
¡No!

Lo siento, pero no, Federico.
Es tan bello como cierto tu verso**, sí. ¡Pero no!
Yo no quiero...

Yo no quiero
que querer(me) cueste,
Federico.

Yo no quiero que me duela querer
como (yo) quiero.
No quiero que querer
me duela.
No quiero que quererme
duela.
No quiero que querer...
                                        duela.

¿Qué qué
quiero?
No
quiero que
si
me quieren...
                                        duela.

(*) Para P.A.S. y M.C.J.G.,
por quererme así... como me quieren.

(**) ¡Ay que trabajo me cuesta
quererte como te quiero!
de Por tu amor me duele el aire,
Federico García-Lorca

25 de noviembre de 2010

Los prisioneros

(*)

Somos todos prisioneros. Quien no está preso de la necesidad, está preso del miedo. Y los niños son los más prisioneros de todos: la sociedad, que prefiere el orden a la justicia, trata a los niños ricos como si fueran dinero, a los niños pobres como si fueran basura, y a los del medio los tiene atados a la pata del televisor.(*)
Eduardo Galeano



(*) Imagen y textos de: http://www.patriagrande.net/uruguay/eduardo.galeano/index.htm

22 de noviembre de 2010

8 de octubre de 2010

La bruja Gloria

De flickr
Las personas felices nunca se echan las cartas.

Gloria Fuertes. Es difícil ser feliz una tarde. Ed Torremozas.

25 de septiembre de 2010

Lección1: Con cada adiós...

Y UNO APRENDE.

Después de un tiempo,
uno aprende la sutil diferencia
entre sostener una mano
y encadenar un alma.

Y uno aprende
que el amor no significa recostarse
y una compañía no significa seguridad.
Y uno empieza a aprender...
que los besos no son contratos
y que los regalos no son promesas.
Y uno empieza a aceptar sus derrotas
con la cabeza alta y los ojos abiertos.
Y uno aprende a construir
todos sus caminos en el hoy,
porque el terreno de mañana
es demasiado inseguro para planes...
y los futuros tienen una forma de caerse en la mitad.
Y después de un tiempo
uno aprende que, si es demasiado,
hasta el calorcito del sol quema.


Así que uno planta su propio jardín
y decora su propia alma,
en lugar de esperar que alguien le traiga flores.

Y uno aprende que realmente puede
aguantar,
que uno realmente es fuerte,
que uno realmente vale,
y uno aprende y aprende...

Y con cada adiós uno aprende




JORGE LUIS BORGES

10 de septiembre de 2010

Otra noche sin luna...

La foto es de flickr



ESTA NOCHE NO HUBO LUNA...



Ahora camino de noche
porque las noches son claras ...
Y esta noche no hubo luna,
no hubo luna amiga y blanca .. .
y había pocas estrellas,
pocas estrellas y pálidas...



Y era todo triste sin la luna amiga...
y era todo negro sin la luna blanca.


No se veía la cinta
de la carretera larga...
los olivos del recuesto
apenas se dibujaban...
un murciélago pasó
rozándome la cabeza con el ala ...
y me ladraron los perros
en los bancales con saña.
Sin luna todo era negro y triste...
vi una luz allá lejana...
y, a tientas, fui hasta la luz
y en la luz pedí posada...


Esta noche no hubo luna...
no hubo luna amiga y blanca...
Y recordé aquella noche
en que no vino mi amada...


y en que yo loco de amor,
lleno de fiebre y de ansias...
hice también alto
en la primera posada...

León Felipe

9 de septiembre de 2010

A mano amada

La imagen es de miranda.bitacoras.com


A mano amada,
cuando la noche impone su costumbre de insomnio
y convierte
cada minuto en el aniversario
de todos los sucesos de una vida;
allí,
en la esquina más negra del desamparo, donde
el nunca y el ayer trazan su cruz de sombras,

los recuerdos me asaltan.

Unos empuñan tu mirada verde,
otros
apoyan en mi espalda
el alma blanca de un lejano sueño,
y con voz inaudible,
con implacables labios silenciosos,
¡el olvido o la vida!,
me reclaman.

Reconozco los rostros.
No hurto el cuerpo.

Cierro los ojos para ver
y siento
que me apuñalan fría,
justamente,
con ese hierro viejo:
la memoria.


Ángel González

 
(*) La imagen es de plissken.blogia.com




25 de agosto de 2010

Lágrimas

La imagen es de nireblog.com











Estoy a punto de ganar el pan
con el sudor de mi mente.
Mi dolor se madura
en los ataques de cordura
y me escondo en una playa desierta
donde se ve el ruido
y se oye el color,
donde el calor rojo grita
y la boca llora
dos lágrimas como tacos.

"Estoy a punto de ganar el pan" de Gloria Fuertes.Es difícil ser feliz una tarde.
Ed. Torremozas.Madrid 2005.



Autorretrato.
Imagen de blogs.que.es

12 de agosto de 2010

Mi Primo Gemelo

Dentro de poco,en apenas unos días, me caerán 32 tacos.

En fin, que ya voy teniendo una edad, que mis padres desearían que sentara la cabeza... y a mi cabeza le encanta estar en cualquier otra posición, que manía... y creo que es algo que no depende de las primaveras vividas... pero éste no es el tema.

El 15 de agosto de 1978 pasarían muchas cosas, está claro. Pero hubo algo muy muy especial. Ocurrió en Sevilla, la Luna se alió con un velero y, casi por sorpresa, vieron la luz los ojos rasgados de David Luna del Barco.

Escritor, poeta, actor, cantante, camareta, auxiliar administrativo, guia turístico... zampabollos, cariñoso, glotón, tierno, alegre, sensible... hijo, hermano, primo, sobrino, nieto...

David Luna del Barco, como dice mi amiga Cris: DISCA... QUE?!

Gracias, Primo, y hazlas extensivas a tus padres y hermanos.




A mi Gemelo, mi ejemplo en aquello de: voluntad-ganas-hacer.
Feliz cumpleaños, Chaval.

22 de julio de 2010

Mi historia con Dulce

Tuve la suerte de conocer a Dulce Chacón en 2000 ó 2001, ya no lo recuerdo muy bien. La fama le daba entonces el reconocimiento que antes no tuvo, que merecía y que marcaría su carrera hasta su muerte, demasiado temprana para los que disfrutábamos de sus libros y  su conversación…
Leí su maravillosa novela “Cielos de barro” al poco de estar en las librerías y me emocionó que alguien hablara de Extremadura sin complejos, con cariño, pero sin esquinas en las que ocultar nuestro atraso eterno… Ella me decía siempre: “Jesús -(fue una de las pocas personas a quién nunca me empeñé en corregir por llamarme por mi nombre de pila),- la historia de los pueblos es la que es… no podemos cambiarla, sólo conocerla…” y siempre añadía, con su voz suave y calmada: “lo que sí podemos construir es la historia que se escribirá sobre nosotros en el futuro…”
En marzo de 2000 (ó 2001, ¡que mas da!), nos pusimos en contacto con ella para invitarla a darnos una charla en la Facultad de Medicina, aprovechando que ese año estaba becada por la Uex. En ningún momento nos hablo de dinero, ni de caché, ni de temas logísticos… aún no sé muy bien cómo (aunque imagino que el buen hacer de Elena Puelles –gracias otra vez, Elenita- se ocupó de ello). Llegó el día de recogerla en el Hotel Zurbarán, en mi destartalado y abollado Corsa.
Allí estaba ella, puntual. Era una mujer guapa, sin ser una belleza llamativa, su piel morena y su elegante planta se vestían con el saber estar de la gente tranquila y prudente. Y su voz, siempre su voz… pausada y envolvente, hasta atraparte… Nada más montarse en el coche y abrocharse el cinturón me pidió que le enseñara un poco la ciudad, que ella decía que había cambiado mucho desde la última vez que la había visitado, hace no sé cuántos años… Y yo, encantado de la vida y sin creerme del todo lo que me estaba pasando, intenté enseñarle de Badajoz lo que yo consideraba más atractivo. Un breve pero intenso paseo en coche por la Plaza de España, y el Casco hasta llegar a la Plaza Alta, entonces en pleno proceso de rehabilitación. Me esforcé en recordar y reseñar los pocos datos históricos que entonces conocía sobre esta ciudad de frontera… para después ponerla al día, siempre avisándola (casi disculpándome) de mi subjetividad y mi ingenua crítica, sobre los procesos de rehabilitación, modernización y desalojo de la zona más antigua de la ciudad: la más deprimida y marginal. Y después, como lo que quería conocer era Badajoz, me la lleve al Cerro de Reyes, donde le expliqué lo que ocurrió en la riada del 96. Y luego a Las Malvinas, donde no cruzamos palabra, apenas algún monosílabo. Se nos hizo tarde con demasiada rapidez y recorrimos muy por encima el campus universitario (entonces un erial que mas parecía Seseña que un campus universitario) hasta llegar a la Facultad de Medicina, con sus desconchones y sus goteras…
Ya en la cafetería de la Facultad y tras las oportunas presentaciones de los miembros del Consejo de Alumnos, tomamos un café rápido (ella pidió agua, creo) y subimos al inhóspito y destartalado Salón de actos.
Su charla-coloquio se convirtió en una reunión de amigos con la naturalidad propia de la gente sencilla que sabe lo que se trae entre manos. No éramos más de quince o veinte personas las que nos reunimos allí y yo agradecí enormemente la visita de un par de Profesores de los de antes, de los que se merecen ese título por detalles como aquél.
Apenas recuerdo de qué nos habló, pero habló de su vida, más que de su obra. No dio lecciones ni pretendió convencernos de nada. Simplemente fue natural;y nos animó a intentar mejorar nuestro mundo cercano desde la profesionalidad y la crítica.
No me sorprende que apenas recuerde sus palabras en el acto oficial, pues tuve la suerte de disfrutar de su compañía aún después de la conferencia, y eso es lo que se me grabó para siempre en ese rinconcito de los recuerdos que a uno le hace sentirse vivo y bien sólo con visitarlos de vez en cuando.
Dulce Chacón era una mujer que hacia honor a su nombre; pero que era mucho más que eso. La dulzura y ternura de sus palabras y gestos se acompañaba de una calma que envolvía a todos los presentes hasta llevarnos de la mano a un estado de bienestar que no podía haber imaginado antes, en mis muchos ratos de nervios durante esos días de ajetreo; absorto en la preparación de aquella Primera Semana Cultural de la Facultad de Medicina que tanto trabajo nos dio y que tan buen resultado tuvo, aún asumiendo la escasez de participación en algunos actos.
Pero lo que recordaré siempre fue el rato de relax que siguió a su conferencia-encuentro con los que allí estuvimos aquella tarde. El Sr. Decano, que previamente ni siquiera se digno a aparecer en el acto oficial, asomó la cabeza al término de aquél para saludar a la invitada. Hicimos las presentaciones correspondientes y, al ofrecerse el Decano a invitarla a cenar en nombre de la Facultad… Dulce cruzó su mirada con mis ojos furibundos (yo sólo le había insinuado, sin entrar en detalles, que el apoyo oficial del equipo directivo de la Facultad a nuestra propuesta de Semana Cultural fue absolutamente nulo en las semanas previas, llenas de preparativos y el ajetreo propio de la escasez de recursos económicos y apoyos oficiales; pero no quise echar mierda en lo que por entonces sentía como mi propio tejado). Y respondió educadamente, pero con meridiana claridad, algo así como: “Soy la invitada de los alumnos, me quedo con ellos, muchas gracias”. Y cogió un vaso de plástico, se sirvió un refresco y comenzó a charlar con los que estábamos allí como si tal cosa, en una silla de madera y en medio del habitual desorden del Consejo de Alumnos…
Más tarde, con el tiempo, en alguna de nuestras conversaciones telefónicas y correos manuscritos, tuve la oportunidad de agradecerle personalmente aquel gesto de coherencia y apoyo para con nosotros. Y ella siempre rehuyó el tema, como corresponde a los que saben hacer y estar, como es propio de la mujer humilde y comprometida que era.
En sus últimos meses, ya muy enferma, Dulce desapareció. No contestaba a mis llamadas ni a mis correos. Poco después murió. Y recuerdo que me enteré de la noticia muy pocas horas después de su muerte, al escuchar la noticia como primicia en Radio Nacional.
Y desde entonces, siempre que tengo ocasión, regalo sus libros a mis amigos.
Y desde entonces, siempre que puedo, cuento esta historia, más o menos adornada, para transmitir su mensaje personal de calma y coherencia.
Y desde entonces, de vez en cuando, busco aquellas cuatro cartas que me escribió de su puño y letra… y recuerdo su dedicatoria a mi volumen de Cielos de barro:
“A Jesús, con el deseo de que nunca pierda la ilusión por sanar a los que tiene cerca. Con todo mi cariño y mi más profundo respeto, Dulce.”

Gracias, Dulce.
*La foto es de Flickr