Tengo la irrefrenable manía de cruzarme con gente normal. A veces, aunque no quiera y vaya sumergido en mi mundo, no puedo evitar fijarme en ellos.
El viernes pasado, a eso de las diez de la noche, cuando ya iba de camino a casa después de tomar unas agradables cervezas en compañía de una vieja y simpática amiga... volvió a pasarme.
Nos habíamos despedido ya y yo caminaba por un cruce de pensamientos. Entonces... ocurrió. Pensé, en un primer momento, que eran la típica parejita que pelaba la pava en un portal cualquiera... Pero no. De repente, ella se retiró de su lado. Se acercó a la puerta del edificio, señaló a aquel joven con el dedo y... con los ojos llenos de furia y el odio en la boca, pronunciando claramente cada palabra, le espetó:
- ¡Que te pongas bueno de la puta cabeza!
Y yo, tres días después y con el cuerpecino hecho trizas por un largo fin de semana de trabajo y pérdidas... aún no consigo quitarme esa frase... "de la puta cabeza".
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