A las seis, si no he dormido...suelo decidir que ya no lo intento más; y me fumo la radio, me enchufo el primer café y me bebo el amanecer.
A las seis, si he maldormido... suelen visitarme los duendes de la bruma para despertarme poco a poco, contarme alguna de sus mentiras habituales y marcharse después como vinieron, sigilosos, pero dejando el sol encendido.
A las seis, si estoy de guardia... no suele haber trabajo; pero si llega un paciente: es la hora de los que son urgentes de veras. Ojo: la noche del sábado suele ser la excepción que confirma esta regla, ya os imagináis por qué.
Y a veces, como ahora, como hoy... a las seis de la mañana, se me llenan los ojos de ella y no puedo parar de mirarla.
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