Me dedicaste una canción, un poema musicado con voz de Guerra, una música compuesta por un Ángel.
Me dedicaste una canción y defendiste la creatividad como terapia de vida.
Me dedicaste una canción y defendiste la creatividad como debida terapia.
Porque te pareció adecuado para Ralf;
porque te pareció adecuado para ti, entonces;
porque te pareció adecuado para mí, ahora.
Pero mis musas agonizan en la soledad de mi autodesconocimiento, así que recurriré a un Ángel, claro, a(E)l Ángel:
Al lector se le llenaron de pronto los ojos de lágrimas,
y una voz cariñosa le susurro al oído:
-¿Por que lloras, si todo
en ese libro es de mentira?
Y el respondió:
-Lo sé;
pero lo que yo siento es de verdad.
Ángel Gonzalez. Poemas inéditos; Fragmentos III, Ed Visor, 2005
Y una canción de amigo:
Si nuestro reino no fuese de este mundo,
y sabemos de cierto que no hay otro,
dime lo que nos queda,
amigo,
dime lo que nos queda.
Ni siquiera deseos, ni siquiera esperanza;
un confuso montón de sueños negros,
eso es lo que nos queda,
amigo,
un confuso montón sólo de sueños.
Cada vez más pequeño.
Ya cabe en un pañuelo, igual que el llanto.
Pero como nos pesa,
amigo,
pero como nos pesa.
Más cuanto menos.
Ángel González. Canción triste de amigo; Deixis en fantasma, Ed. Visor, 1992
Ahora te dejo, voy al funeral de las musas.
Y volveré…
cuando lo que sienta no sea tan verdad, cuando el montón de mis sueños pese menos. Volveré, por fin, cuando sea capaz de soñar (otra vez) con los ángeles…por si me esperas.
Hoy toca pastilla nueva para poder dormir.
La foto es de Flickr
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