Motivo de consulta: Malestar general

AVISO: Antes de tomarte en serio algo de lo que aquí leas, recuerda que todos tenemos derecho a una segunda opinión.

29 de junio de 2011

A propósito de una baja por depresión: Carta abierta.

   Hace sólo unos días que uno de mis compañeros, Residente/Resistente en la Especialidad de Medicina de Familia y de la Comunidad en el Complejo Hospitalario Universitario de Badajoz se ha reincorporado a su actividad laboral tras un período de convalencencia. Comúnmente lo llamamos "baja", aunque desconozcamos su altura. Técnicamente es "ILT", acrónimo de incapacidad laboral temporal. 

   He llamado a este compañero en infinitas ocasiones en todo su período (más de dos meses) de ausencia al curro... nada. Le envié incluso un par de correos y no sé cuántos mensajes al móvil. Nada.

   Me enteré por otro compañero y amigo común de que su baja era por depresión. No me lo podía  creer... ¡pero si es un tío de lo más alegre! O al menos, eso pienso yo, que lo cierto es que no nos conocemos tanto...

   Ayer coincidí con él en una guardia. No sabía cómo hacerlo, pero quería simplemente interesarme por él y ofrecerme para cualquier necesidad que se le presentara. No me dejó ni preguntarle. Me dijo que "estaba mejor", que "agradecía el interés y los incontestados ánimos durante este tiempo... que le resultaba difícil hablar del tema... pero que quería contarme una anécdota" ocurrida en este tiempo:

- Ya sabes, querido Suso, que los Residentes-Resistentes de Familia de segundo año están en una situación muy precaria. Comenzaron el periodo formativo 19 compañeros. De ellos, cada uno por su motivo, el que fuere, nos hemos quedado sólo doce (quizás sería más que interesante para quien le competa analizar por qué, pero ésa sí que es otra historia). ¿Cuál es la actitud de la Comisión de Docencia al respecto? Sólo una. Hay un problemón para "cubrir" los puestos de guardia en Urgencias. 

Es obvio que once personas no pueden hacer las mismas guardias que estaban previstas para diecinueve... Pero es que es el Residente-Resistente el que, al módico precio de menos de 10 euros la hora, lleva el peso de la atención de Urgencias Hospitalarias en Badajoz. Así que venga a hacer guardias, una detrás de otra. Y si alguien enferma, no pasa nada: que se cubran entre ellos... Un sistema muy lógico, sinceramente; vamos a enseñar a los futuros especialistas a hacer lo que queremos: atender mal al paciente. Cansados, con falta de concentración, empatía y sueño. ¡Bravo! Porque por supuesto lo de menos es la atención al paciente... y no digamos ya nada del aprovechamiento docente del Residente-Resistente de turno."

   Así planteada la situación me dí cuenta de por dónde íban los tiros y, presumiendo de compañerismo, le dije: - No te preocupes, tío. Todos tenemos derecho a estar de baja. No es culpa de quién enferma, sino de quién no gestiona bien las sustituciones...

   Y entonces, aspirando el humo de su cigarrillo de liar, me dijo:
- Si eso no es lo que más duele. Lo que jode son algunos comentarios de los que consideras compañeros, médicos, como tú y como yo, y que te sorprenden con cada perla... Uno intenta mantenerse al margen, pero hay cosas que... Verás, Suso, te pondré un ejemplo personal.

   Mi compañero se arremangó la bata y se acomodó en la escalera donde nos habíamos escondido a fumar el primer cigarrillo y a tomar el primer café desde las ocho de la mañana, y eran más o menos las siete de la tarde.
- La semana pasada, macho. Tenía que venir a entregar el alta laboral, para reincorporarme por fin el lunes. Entré al Hospi por la puerta de Urgencias, me dió por ahí... Pues, justo cuando pasaba por la puerta de Observación me crucé con dos compañeros, Residentes-Resistentes de cuarto año. Tras el correspondiente y correspondido "Hola, ¿qué tal?" no me entretuve y seguí mi camino en dirección al ascensor principal. Pulsé la flechita que indica"subir" y esperé a que las puertas abrieran. Fue entonces cuando escuché: "Éste de paseo y sus compis muertos a guardias. ¿Cuándo va a dejar de echarle cara?". Y sabes qué: me dolió tanto que no supe reaccionar... 

- Joé, tú, qué putada- Le dije al momento. - Pero eso no es lo normal y lo sabes.
- Lo normal no importa en situaciones así...- Me contestó con los ojos rebosantes de unas lágrimas que contuvo en el límite justo de sus párpados.
- A lo mejor es que nos saben los motivos por los que has estado mal... lo de las depresiones no siempre se entiende- Sugerí, por decir algo.
 *  *  *

   No hablamos más del tema en todo lo que restaba de guardia. Evidentemente, cuando esta mañana, tras dormir, sentados, una hora cada uno...cuando se ha terminado nuestra turno de 24 horazas..., ni se me ha ocurrido sugerirle un desayuno compartido, su cara pedía a silenciosos gritos una cama.
 *  *  *

   Y miren ustedes por dónde, me levanto hace un rato, abro el correo, y me encuentro con su: "Carta abierta a los Médicos Resistentes". No lo he podido evitar y, tras su correspondiente permiso vía esemeése, aquí os la dejo. Tal cuál, con sus puntos y sus comas:

"Carta abierta a los Médicos Resistentes"

   Querido Suso,
te contesto sólo a ti y en privado, ya lo haré a todos después si un día me encuentro con fuerzas... Tengo en borrador un correo con éste que lees como modelo, pero más largo, que no me atrevo aún a enviar a la totalidad de los Resistentes y que no sé si enviaré algún día. Esto no es fácil para mí, no me gustaría que se malinterpretara...

   En primer lugar: mil gracias por el ratito de charla de ayer, lo necesitaba.
   
   Lo segundo: siento no haber contactado contigo antes. Sé que has preguntado y te has interesado por mí.. Y te lo agradezco enormemente. Siento que por mi estado no haya contestado al teléfono, los "esemeéses" ni a los correos hasta ahora. Pero es que no sabía ni qué decir...

    Y en tercer lugar: con respecto a mí. Te escribo principalmente para agradecerte el que, gracias a la charleta de ayer, he decidido reaccionar. 

   No es por orgullo, no. Ni tan siquiera por la imperiosa necesidad de justificarme... Es sólo porque pienso que nosotros, los médicos, tenemos que aprender contínuamente... y creo que de aquella anécdota que te conté podemos sacar más cosas en positivo que mi pataleta... Porque es una realidad que aún ni siquiera nosotros, los "profesionales" de la salud, entendemos la enfermedad mental.

    Nos concemos desde hace sólo tres años, Suso. Pero es también cierto que no en profundidad. ¿Por qué digo esto? Porque quizás hace falta conocer algunos datos que son muy personales para entender lo que me ha pasado...

¿¡O quizás no!?

   Durante todo este tiempo de mi baja laboral me he mantenido al margen y sin dar explicaciones... por mi desánimo e incapacidad para hablar/escribir, al principio; incluso por sentirme avergonzado de lo que me ocurría...duerante mucho tiempo y aún hoy. Y por una cuestión ética, después.

    Porque nadie tiene por qué saber si me rompí un brazo haciendo el pino puente o jugando al fútbol. Y porque a veces, nos rompemos el brazo de la manera más tonta... Y nosotros, los súper médicos, olvidamos que lo que importa es la fractura; no si la caída que la provocó fue más o menos tonta, ¡digo yo! Y, además, ¿cuántas veces bromeamos sobre eso incluso delante del paciente? Y, también con frecuencia, en muchas ocasiones, nos vanagloriamos ufanos de nuestra supuesta, pero indudable (¿?), fortaleza ósea: "lo que tenía usted que haber hecho era apoyar así o asao..." o "¡a quién se le ocurre...!" o, lo que es más absurdo: "si yo me hubiera caído así, no me habría roto nada..." ¡Porque yo lo valgo!...
Enga ya!!!!

    No sé si me explico, pero sería más que interesante revisar nuestro código ético como galenos y darnos un repasito moral. Porque a nadie se le ocurre culpar a un diabético de su patología (ni mucho menos cuestionar sus capacidades y/o mala fe) y con un yonki sucio en la consulta muchos pensamos: "menudo vicioso"; como si la adicción, más que una enfermedad ,fuese una (mala) elección personal.

    Dado el caso anterior, es frecuente en la práctica clínica diaria observar cómo nos erigimos en jueces supremos con capacidad para sentenciar al paciente, en lugar de ofrecerles nuestra ayuda como sanitarios (que es por lo que -¿casi?- todos en primero de carrera, ese tiempo "tan" lejano..., decíamos haber elegido esta profesión que más que un curro es una forma de vida) y mantener el correspondiente secreto y la compostura moral adecuada de todo acto médico en el contexto de una una correcta praxis clínica. Pero no: preferimos los comentarios en los pasillos entre residentes, enfermeros, celadores... y a veces incluso informamos antes a la limpiadora que al paciente... sin cuestionarnos nada más...

    ¡Bravo! ¡¡¡Estamos en lo alto de la pirámide social!!!... ¡¡¡Qué buenos y grandes que somos.!!!.. Tantos años de estudio y sacrificio... y la profesionalidad y compostura a la altura de un brote de soja.

    Cuando uno se rompe un brazo, con su escayola, su cabestrillo y su todo... nadie cuestiona nada. Cuando lo que se nos rompe es el "alma", el ánimo, etc... Cuando no somos capaces de levantarnos de la cama, de comer, de mantener un mínimo de autocuidados... Cuando la realidad del desánimo impide hasta atarse los cordones de los zapatos...


   Cuando da miedo hasta hablar porque te sientes la persona más débil y estúpida del planeta...

    Cuando lo que se desea es la muerte, porque se está convencido que es mejor morir que sufrir un dolor tan grande día tras día....

    Cuando se toca el fondo del pozo.... No siempre se entiende desde fuera.

    Es la realidad, no siempre se entiende. Y no siempre lo entiende el entorno directo del paciente enfermo... Por eso debemos explicarlo... es también una parte de nuestro trabajo, no sólo recetar el "prozac" de turno... No es que el paciente deprimido NO QUIERA estar bien, es que ¡NO PUEDE! Y, estoy de acuerdo, no es fácil de comprender...


   Pero, ... ¡¿qué no lo entendamos nosotros?!?!?!?!?!
   Nosotros: ¡médicos en formación!!!!!!!!!!!!!!!


  Y cuesta mucho que no hablemos entre nosotros, en corrillos, sin saber... porque a la serotonina no se le ve la escayola. Y olvidamos aquello del primum non nocere; o eso otro de la interdisciplinariedad... o, simplemente, la necesidad de empatizar con el paciente y sus familiares.

    Los motivos de mi desánimo e insomnio son personales, privados y múltiples. Pero como médicos debemos saber que no siempre existen factores etiológicos externos... como no es preciso que un paciente fume para desarrollar (por una alteración genética heredada, por ejemplo) un cáncer de pulmón.

    Es decir, que el déficit de serotonina propio del síndrome depresivo no siempre se debe a un agente externo. Pero, insisto, como a la serotonina no se le pone escayola... nos es más difícil empatizar....

    Sólo te escribo para agradecerte enorme y personalmente tu apoyo. Es muy grato (entre todas las cosas que he escuchado en estos meses tan duros para mí) que no todo sean críticas destructivas o cuestionamientos hacia mi falta de compañerismo y pasotismo con respecto a vuestra situación de sobrecarga laboral... Algunos de esos comentarios, aún entendiéndolos, me han hecho mucho daño. Aún así, podría disculparlos de otras personas porque no tienen por qué saber lo que nosotros sí debemos conocer...

    Me ha sorprendido el desconocimiento de nuestro entorno profesional más directo sobre una patología como la depresión, una patología tan prevalente e incidente en nuestro medio y nuestra especialidad. Pero precisamente por ello me parece interesante y apropiado intentar una reflexión sobre ella. Ninguno de nosotros tenemos que sufrir un cáncer para comprender que es una patología grave, dolorosa y muy limitante para el paciente y su entorno familiar y social. Sólo deseo a todos los compañeros que no precisen pasar por una Depresión mayor para tener que aprender cuánto se sufre y como limita la vida del paciente.

    Ojalá estas palabras mías, escritas desde el más profundo y sincero respeto a todos, sirvan para un reflexión sobre nuestro modo de hacer... Sobre la depresión en particular y sobre nuestros posicionamientos respecto de la enfermedad, mental u orgánica, en general. Ojalá.

    En fin, macho, que ya no me enrollo más. Y que estaré encantado de contarte cosas más personales con una cervecita bien fría de por medio. Ánimo y mil millones de gracias otra vez.

En Badajoz, a cinco de abril de dos mil once. 

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